2006/09/24

Historia de una infamia (2ª parte)

Así que tenemos al Barón de Rais con un problema de falta de cash. No hay bolsa en la que jugar ni grandes industrias en las que invertir, con lo que se le ocurre que la mejor solución para sus problemas financieros es encontrar la piedra filosofal.
Para ello acude en primer lugar a un sacerdote, Gilles de Sillé que –sorprendentemente- no lo logra. Así que acude a otros charlat…, alquimistas que utilizan menos “ciencia” y más “magia”. Éstos empiezan a sangrarle la fortuna. En 1439, el padre Francisco Prelati, un nigromante de Florencia, organiza sesiones en Tiffagues para invocar al demonio Barón (original que pertenezcan al mismo estamento feudal).
Comienza a extenderse su mala fama, dado que la magia no estaba demasiado bien vista entre la cristiana plebe. Sin embargo, fue un delito más insignificante el que precipitó su caída. El tesorero de Bretaña, Geoffroi le Ferron, también tenía puestos los ojos en sus castillos y en septiembre de 1440 compró St. Etienne de Malemot. Gilles de Laval comete la estupidez de negarle la entrada a Jean le Ferron, hermano de Geoffroi, cuando va a tomar posesión del castillo y lo manda apalear y encarcelar. Nadie hubiera dado importancia a un hecho tan normal en la época de no ser por un pequeño detallito: Jean era cura. Al obispo de Malestroit aquello le vino como picha al culo para llevar a Gilles ante su tribunal, con las acusaciones que llevaba preparando desde julio. Contó con el apoyo de la Inquisición, que incluyó la acusación de herejía y se abrió un proceso civil en el tribunal ducal. El obispo, el inquisidor y el señor duque podían ganar una fortuna inmensa si se declaraba a Gilles de Rais hereje, así podrían confiscar sus bienes.
Tanta era la seguridad de los acusadores que quince días antes de que empezara el juicio, el duque se apropió de la parte que le correspondía del botín.
Las 47 acusaciones iniciales del obispo y del inquisidor, Jean Blouyn (que actuaba en nombre del inquisidor general de Francia, Guillaume Merici) fueron entre otras malos tratos al clero, invocaciones demoníacas y perversiones sexuales con niños, lectura de libros prohibidos… En suma, le acusaron de hereje, apóstata, invocador de demonios, sodomita, sacrilegio y violación de la inmunidad de la santa Iglesia. El duque de Bretaña inició un proceso simultáneo y después de 6 sesiones empezaron a torturarle a él, a algunos de sus criados y a cuatro presuntos cómplices. En total, declararon 110 testigos (delatores incluidos). Pero de los 500 criados de Gilles ninguno fue citado para declarar. Tras la quinta sesión del proceso civil, torturaron a Gilles de Rais hasta que prometió confesar “voluntaria y libremente” (tócate los cojones). Admitió todos los cargos y terminó rogando a “los padres y madres de quienes he asesinado, que recen por mí” y pidiendo que se proclamaran sus pecados en lengua vernácula, a fin de que el pueblo apoyara su ejecución. Fue estrangulado (piadosamente) el 26 de octubre de 1440 a cambio de no retractarse antes de ser quemado. Prelati, que era tan “culpable” como Gilles, pasó varios meses en una cárcel eclesiástica antes de ser liberado por el duque de Anjou. Un cronista de la época (siglo XV, no olvidemos) llamado Monstrelet dejó constancia de sus sospechas sobre los móviles que iniciaron el proceso. Pero no es hasta 1992 que un tribunal francés formado por expertos que le declara inocente. Y hay dos hechos que resultan curiosos. El primero es que han sido historiadores anglosajones los que han estudiado su figura más desapasionadamente, como figura señera de la Guerra de los Cien Años y los que antes pusieron en duda las acusaciones. El segundo es que los que creen en que fue un monstruo lo hacen esgrimiendo que confesó. Lo cuál no deja de ser sorprendente. Seguramente no fuera un santo pero no creo que fuera más distinto o brutal que otros nobles feudales de la época. Y desde luego, su confesión bajo tortura es cosa propia de una época en que el Estado de Derecho brillaba por su ausencia, las garantías reales para los derechos de los ciudadanos eran inexistentes y el poder coercitivo de la Iglesia estaba institucionalizado como principal resorte del sistema político y represor imperante. Pero no es lo que sucede ahora, por fortuna. Sin embargo, por algún extraño motivo hay quienes no dudan en la veracidad de las acusaciones ni de la forma en que se obtuvieron y parecen dar el mismo valor a una confesión obtenida en un tribunal de la inquisición que en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Ante ésto, uno no sabe si dudar de la inteligencia, de la ética o de qué del sabio en cuestión.

Espero que os haya gustado la historieta . Besos para ellas y abrazos para ellos, que decía J. Luky.

5 Comentarios:

Blogger Misslucifer dijo...

Vaya, vaya, interesante historia. Recuerdo varios casos de procesados por la Inquisición que se sabe que fueron manipulaciones, pero que un tribunal actual "de expertos" se preocupe de esas cosas no deja de sorprenderme. Pero ¿expertos en qué? ¿historia, derecho o ambos?

24/9/06 21:20  
Anonymous Anónimo dijo...

Ante tal grado de torturas hasta hubiera confesado que era un extraterrestre venido del otro extremo del universo si se lo hubieran pedido.

Junta ignorancia general y unos fanáticos desgraciados y tienes una bonita historia de terror con dos versiones, una de ficción y otra oculta.

25/9/06 00:03  
Blogger Wallenstein77 dijo...

Hola a todos:
Mikel es dificil que hubiera estado de derecho, cuando casi no existian ni Estado, ya que a raiz de la Guerra de los Cien Años es cuando se consolida el Reino de Francia, germen del futuro Estado Moderno. Como para que hubiera estado de derecho.
Saludos a todos.

25/9/06 11:34  
Blogger Pau dijo...

¡Muy interesante! (y muy gore... :-P) Otra víctima más de la mafia institucionalizada.

No se me ocurre ninguna valoración que hacer, creo que has dicho todo lo que había que decir... vaya, estoy en blanco... ¿me estaré haciendo viejo?

Me vale con que sepas que me gustado mucho :-)

¡Saludos!

25/9/06 18:01  
Blogger Juan Haldudo dijo...

Miss: "Un tribunal arbitral de nueve sabios reunido en el Senado francés y formado por un senador, un biólogo, un médico, un ex ministro de Cultura, un ex ministro de Justicia y varios juristas en ejercicio(...)escucharon las declaraciones de un fiscal y un abogado defensor(...)un jurado compuesto por historiadores, juristas y psicólogos abordó en Nantes la primera etapa" El País, martes 10 de noviembre de 1992 Quisquillosos sois la gente de Historia... :-P

Shora:Ya ves, qué forma más curiosa de predicar las ideas de su fundador. Raro que no confesase que fué él quien lo crucificó...

Wallenstein: Lo sorprendente no es eso, sino los que hoy en día no dudan de la confesión ¡por que fué "voluntaria y libre"!!!

Pau: Sí. Definitivamente, estás mayor. ;) Me alegro te haya gustado.

25/9/06 21:47  

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